jueves, 2 de junio de 2011

Para volver a encender la llama y no caer en rutina

El hombre sabe disociar lo que es un enfado de lo que es el sexo y no lo mezcla, mientras que, para la mujer, como dice un dicho popular, la intimidad lleva al sexo. Y si la intimidad es mala, la pasión falla.

Aunque el buen sexo no garantice la felicidad en las parejas establecidas y represente tan solo entre el 10 y el 20 por ciento de la satisfacción marital, cuando renquea, supone hasta 90 por ciento del descontento, asegura la escritora Sylvia de Béjar.

Las mujeres pueden perder el deseo defraudadas por su pareja, porque para nosotras es muy importante el sentirnos cercanas emocionalmente; el enfado interior no verbalizado que hace que no les deseemos es lo que yo denomino el ‘cabreo oculto’, porque nadie se acuesta con su enemigo...

Cuando un hombre no funciona suele ser por un motivo funcional, como depresión, ansiedad, disfunción sexual o eyaculación precoz; y, como el cerebro es muy inteligente, les hace no tener ganas para compensar esa falta de interés.

Los hombres son mucho más simples de lo que nosotras pensamos y se centran en el sexo, el trabajo, la comida y el fútbol, mientras que nuestra pasión empieza por sus cuidados constantes, por cautivarnos con lo que nos dicen...

Soy partidaria de verbalizar las quejas en plan positivo, no con duras críticas, sino como una manera de asumir que la pareja tiene un problema: reunirte con tu marido y hablarle en primera persona, explicándole que le sigues queriendo y que te sigue gustando, pero que a ti hay hechos que te desagradan e intentar buscar una solución entre ambos.

Es cierto que las mujeres no nos "ponemos" a la primera y que, como somos de hervor lento, si no se nos pone al fuego, nunca hervimos. Mi consejo es que te has de exponer al fuego y que has de aprender más de picardía y un poco menos de delantal.

La experta sexóloga Rosemary Basson, doctora de la Universidad de Vancouver (Canadá) ha investigado sobre la respuesta sexual femenina y concluye que las mujeres no solemos acostarnos con nuestra pareja habitual motivadas por un deseo carnal previo, sino que aceptamos o iniciamos un acercamiento erótico desde un estado de neutralidad sexual.

El inicio de la pasión se impulsa por nuestro afán de expresar amor, sentirnos emocionalmente más cerca de nuestra pareja, recibir y compartir placer físico, complacer y aumentar nuestra propia autoestima y nuestro bienestar.

Un hombre engaña a una mujer si se le da oportunidad y por un asunto básicamente sexual, mientras que la mujer lo decide cuando tiene un problema de autoestima, porque se siente minusvalorada por su pareja y, a veces, necesita “salir al mercado” para sentirte bien, sin que tenga ningún cosquilleo genital.

El problema del deseo es que muchas parejas tienen la imagen de que su vida tiene que funcionar como si de una película porno se tratase y eso no es verdad; si las personas parten de idealizar el deseo en su convivencia diaria, tienen un problema.

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